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UNA ACTRIZ CON FUTURO

Llegamos a la última entrega del año, y quienes nos acompañaron saben que en este 2019 hubo mucha movida artística. Por ello en esta oportunidad entrevistamos a la actriz Victoria Lerario, una de las artistas más destacadas por sus obras y actividades.

© Tr3angle Photography

Sabemos que sos fueguina y que desde muy temprana edad te dedicaste al teatro, podrás contarnos cómo fueron esos comienzos.

V.L: Si ser fueguina implica haber crecido en esta ciudad, haberme ido y haber elegido volver, sí, lo soy. Como muchas otras familias, llegué a Ushuaia siendo muy chica, dejando lejos afectos y habiéndome encontrado con un sur que, desde luego, nunca dejó de abrigarme. En cuanto a mi profesión, en su momento no había en Ushuaia tantos espacios de formación como los hay ahora, aunque puedo decir que para profesionalizar la actividad queda mucho por hacer. Los comienzos son comienzos, con todo lo que eso implica. La vida empuja y aunque se quiera racionalizar el pasado la verdad es que hay algunas circunstancias que nos encuentran, vaya a saber por qué. En unas vacaciones en Buenos Aires, cuando tenía 15 años, fui a ver “Yo soy mi propia mujer”, el primer unipersonal que hizo Julio Chávez, me impactó de manera tal su interpretación, su capacidad para lograr que en una escena veamos a tres personajes hablando al mismo tiempo, con escasez de segundos entre uno y otro, ver a cada personaje, poder sentir que están presentes, lo que hacía con su cuerpo, con sus movimientos, con su voz. Recuerdo que tomé el programa de la obra que nos habían entregado para ver quién había dirigido ese trabajo y ese día decidí que quería estudiar con Agustín Alezzo, quería saber cómo se hacía ese teatro. Terminé el colegio y me mudé a Buenos Aires, hice la audición para entrar en su escuela e ingresé. El teatro nos invita a conocernos profundamente, a cuestionar lo que somos y hacemos como seres humanos.


¿Siempre te gustó o fuiste encontrando esa vocación por el teatro?

V.L: Mi camino hacia el teatro comenzó por la escritura, siempre sentí la necesidad de contar historias. Creo también que era bastante introspectiva y que en la escritura encontraba un refugio. Tuve la suerte de que en mi familia me sentí estimulada tempranamente, mi abuelo quería ser actor y era un hombre de una cultura poética y

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literaria interesante, mi abuela me enseñó a hablar recitando a Leopoldo Lugones y el primer acercamiento al teatro lo encontré en su biblioteca, una obra de García Lorca que casualmente fue la primera que interpreté teniendo a Alezzo como maestro. Vivir en Ushuaia, lejos de mi familia, llevó a que las conversaciones telefónicas fueran muy prolongadas. Por esos años mi tío abuelo que era poeta, músico y pintor, vivía en Suiza, llamaba por teléfono y teníamos largas conversaciones en las que me leía lo que escribía. Creo que todas esas vivencias hicieron que pueda iniciar una búsqueda y encontrar mi vocación, desde luego, y para nada menor, tuve el apoyo tanto emocional como económico de mi padre y de mi madre para que pudiera formarme y profesionalizarme comprometiendo, también, un gran esfuerzo de mi parte.


¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo, y lo que menos te agrada?

V.L: En el trabajo artístico se pone en juego el deseo. El deseo de encontrar un algo que produce el placer de encontrarlo. Y cuando sucede se experimenta una sensación de felicidad y surge el proceso de un nuevo camino de construcción: el deseo, la búsqueda y el encuentro. Yo disfruto mucho de los procesos, lo que esencialmente hace que disfrute de todas las aristas que tiene el trabajo creativo. Es difícil de entender hasta que se lo practica. Recién ahí se termina de ver claro el placer de esa libertad que nos da el jugar tras la máscara, el dejar por unas horas el peso de la propia historia, la propia cara, para vivir una experiencia más liberadora.


Sabemos de tus años de trayectoria en el mundo teatral, ¿tenés alguna anécdota que nos puedas contar?

V.L: Lo interesante de dedicarse al teatro es que nunca se deja de aprender, cada experiencia, cada vivencia es un aporte inigualable para lo creativo. Está hecho de y por la vida. Como anécdota hay muchas, el teatro es un espacio de mucha libertad que inspira. En la primera obra que trabajé, sería algo así como mi “debut” en el teatro, lo hice con un grupo de artistas del teatro imagen y antropológico, yo sentía que necesitaba superar muchas barreras, entre ellas la inhibición que me producía sentirme expuesta, el aceptar mi cuerpo para poder disponerlo al servicio de un personaje, era una obra donde todos estábamos desnudos, fue algo importante y simbólico para mí en ese momento, un acto de entrega y confianza, donde experimenté el verdadero respeto por el otro, por la otra, en la condición misma de ser seres humanos.


¿Crees que el teatro en algún punto se relaciona con la moda?

V.L: El teatro funciona como reflejo, como punto de acceso. Tanto el teatro como el cine han sido grandes disparadores para la tendencia y el diseño. La ropa comunica, el vestuario comunica. Sea cual fuera la finalidad de lo que se usa, su uso da información, habla del carácter del personaje o persona que la viste, de su forma de ser o de su estado de ánimo. Las posibilidades estéticas se han visto reflejadas en los escenarios del teatro y en las pantallas del cine.

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Para ir concluyendo, ¿cuáles son tus próximos proyectos?

V.L: Seguiré trabajando en proyectos que surgieron este año, como la obra de teatro leído “Hembras: Un encuentro con mujeres notables”, donde buscamos reivindicar la vida y obra de mujeres fundamentales de nuestro país, hacer visible lo que ha quedado invisibilizado con el tiempo. Seguiré dando clases de teatro, actividad que me genera mucha satisfacción. Además, estoy trabajando en dos nuevos proyectos como actriz, una obra de teatro argentino contemporáneo y una obra clásica surrealista. He conocido aquí, en Ushuaia, artistas con mucho talento con los que trabajar en conjunto. También estoy dirigiendo una compañía de teatro independiente, Nómade7, con la que estamos abordando obras para nuevos formatos teatrales, un completo desafío para mí el rol como directora, con la oportunidad de contar con un equipo íntegro y de una disposición creativa muy grande. Y por supuesto, siempre dejando el lugar para lo inesperado.


Por último, y agradeciéndote por este tiempo, ¿qué les dirías a aquellas personas que lean esta nota?

V.L: Los invitaría a leer, a ver, a vivir el teatro. El teatro tiene formas de comprender el mundo que nos alejan del individualismo al mismo tiempo que reconoce cada una de nuestras singularidades.


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