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EL ETERNO VIAJERO

Él nació en Córdoba, es Geógrafo, Fotógrafo y desde hace 40 años, un Viajero incansable, eterno peregrino del planeta. Pablo Sigismondi (58) es uno de los argentinos que más ha recorrido la Tierra, visitando a la fecha más de 160 países. Su patria es el camino, el sendero desconocido, el rostro oculto del glamour turístico de los mapas. Sus amigos, el viaje entrañable, la feliz bitácora, el murmullo del tiempo, el abrazo sincero y la fotografía inmortal.


Su reciente visita al Fin del Mundo fue en el marco por los festejos de las tres temporadas al aire del programa de radio Capicúa TDF (94.1 FM Del Sur), el cual es conducido por Nicolás Pelloli y Constanza Ojeda, que contó además con la importante colaboración de la Municipalidad de Ushuaia, la Hostería América y GDS Catering, entre otros.



Pablo visitó Ushuaia por primera vez en 1984, "La ciudad era entonces un pequeño caserío", nos confesaba. Este año, por tercera ocasión regresó al Fin del Mundo, más maduro, más curtido en años, andanzas y reflexiones. Hoy, empapado de periplos y anécdotas, rememora su charla "Viaje por la Cara Oculta de la Tierra", que ofreciera recientemente en la Casa Beban, antes de regresar al camino, la aventura y a una nueva odisea.


¿Qué temas fue abordando en su charla abierta?

Mencionar que nuestro planeta posee una "Cara Oculta" significa que hay una porción de la humanidad que no vemos, que no conocemos, no es mostrada y permanece oculta, como sucede con la Luna. En realidad, es la cara OCULTADA de la Tierra. Y está ocultada por intereses claramente colonialistas e imperiales que, o bien la ocultan para que no la podamos descubrir, o bien la presentan como una sumatoria de rarezas y exotismos donde sus pobladores viven en estado de "subdesarrollo", "atraso", "terrorismo", etc. Porque así huimos ante cualquier posibilidad de visitarla. Durante la charla, abordamos justamente el punto de vista de la mirada del viajero, del peregrino que va al encuentro del otro, de esos hermanos que viven en la Cara Oculta (da).

¿Por qué la sociedad ignora esa "otra cara"?

Ignoramos porque se nos prepara para ignorar desde la colonización "espiritual-mental" y luego "educativa", que vamos recibiendo a lo largo de la formación escolar y más allá. Somos, como argentinos, demasiado europeístas, nuestro modo de ver el mundo es eurocéntrico. Nuestros estudios cartográficos, nuestros estudios de arte, de saber y de Historia son eurocéntricos. Sabemos, por ejemplo, qué día se produjo la Revolución Francesa, pero no sabemos siquiera que Haití se independizó el 1 de enero de 1804 y que su independencia fue única y heroica, una revolución social y antiesclavista ejemplar.


¿Cuáles fueron los países que más le impactaron?

Los países que más me impactan son los que quedan fuera de los circuitos trillados y comercializados por el turismo masivo, especialmente en el África, Asia y Oceanía. Algunos ejemplos: Burkina Faso y su magnífica ciudad de Tiebelé, la República Centroafricana, Camerún, Sudán del Sur, Ruanda, Afganistán. Cuando escuchamos sus nombres en los medios, sólo encontramos guerras, pestes y calamidades. Sin embargo, no sólo tienen riquezas naturales y culturales, sino que además sus gentes nos reciben con los brazos abiertos y los ojos llenos de asombro, porque hemos ido a visitarlos.


¿Qué es lo esencial en la vida del viajero?

Desde muy pequeño ya viajaba por Córdoba, cada vez que mis padres decían que salíamos a "explorar" el Parque Sarmiento, subiendo y bajando surcos y senderos de ese lugar. Para viajar, se necesita tener espíritu de niño, saber que se vuelve a nacer, se vuelve a necesitar la comunicación y a depender del otro. Viaja quien decide empezar de cero una, otra y otra vez. Viajamos para encontrarnos y encontrar al otro, para entenderlo desde el corazón aunque no lo podamos entender desde el lenguaje. Y, como bien dice Julio Cortázar, cuando se viaja, al regresar, "conoceremos mejor el tamaño de nuestra propia jaula".



¿Cuándo conoció el Fin del Mundo?

La primera vez que viajé a Ushuaia fue en 1984. Fui y volví a dedo, durante un viaje que hice entre noviembre y diciembre. La ciudad era entonces un pequeño caserío y, en un edificio en construcción, me alojé durante algunos días. La segunda vez fui con mis padres, en auto, durante casi un mes. En ambas oportunidades, mi mirada era estrictamente geográfica, desde lo paisajístico, desde esa mirada que busca la postal turística perfecta. Pero entonces no tenía conciencia ni mirada crítica de la realidad.


¿Cuál fue su mirada en este último viaje al sur?

En esta oportunidad, gracias a Fernando Mercado "Peta", que fue quien me invitó a exponer mi trabajo, busqué retratar la Ushuaia de la Cara Ocultada, la que tiene pobladores viviendo en los bosques, o trabajadores que lograron recuperar su fábrica y sus trabajos, y que tiene gente muy consciente de la nacionalidad argentina. Obviamente después de tantos años no sólo el lugar cambió, sino mi propia búsqueda y mirada. Me sentí muchísimo más cerca de ese concepto que a veces nos pareciera tan abstracto como la palabra "patria". En Ushuaia me sentí más argentino que en ninguna otra parte de nuestro país.


¿Dónde logró tomar sus fotografías más especiales?

En general, cualquiera sea el sitio, siempre es la gente la que realmente hace al lugar y enriquece la mirada y la fotografía. Siempre repito que "yo no saco fotos sino que la gente me las regala", luego de entablar una profunda relación de empatía, afecto, confianza mutua. Sin dudas, que mientras más extraña resulte esa cultura y ese lugar, tal vez podamos encontrar las mejores fotos. Cuba, Vanuatu, PNG, Islas Salomón, Afganistán, Sudán y la República Centroafricana, están entre ellos.


¿Qué destinos espera aún visitar y conocer?

No he viajado aún ni a las Islas Malvinas ni a la Antártida, pero el deseo y las ganas están entre los destinos que me gustaría conocer pronto. Me gustaría, especialmente en nuestra Antártida, poder visitar a los compatriotas que allí están y llevarles de regalo mis fotos y paisajes del resto de la Tierra, como modo de fraternizar y de brindar en el recibir. Además, desearía conocer todo lo que aún no he podido ver con mis propios ojos: Groenlandia, Arabia Saudita, Filipinas, Timor, Eritrea, Angola, Nigeria, Argelia y todos los países de Sudamérica y el Caribe.


¿Algo que no puede olvidar a la hora de armar su valija y emprender un nuevo rumbo?

- No puedo olvidar pasaportes, cash, cámara y trípode, algunos abrigos, bitácora y lápiz para registrar y recordar.

- No puedo olvidar llevar fotografía de mis seres queridos, de mi familia ancestral y postales para regalar.

- No puedo olvidar llevar sonrisas y amor. No puedo olvidar que el intruso seré yo y no ellos, que son los que han vivido y viven ahí.

- No podré, jamás, olvidar que si lograra todo lo que planifiqué y soñé realizar será por su amor y su alegría.

- No podré olvidar a los que, al partir, me alientan y me acompañan y oran y me brindan lo mejor para que el viaje sea estupendo.

- No podré olvidar jamás que, en definitiva, soy un privilegiado y soy la punta de un gigantesco iceberg que me contiene con amor y fuerzas para que mi pedacito de hielo no se derrita en el mar.

- No podré olvidar eso y no podré decir jamás que "todos son lo mismo, todas las montañas son iguales...", porque cuando no tenga más sensibilidad para asombrarme, habrá llegado el día del Fin del Viaje.


Por Jonatan Berrutti

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